¿Estás dando pistas a tu perro y no lo sabes? ¡Cuidado!

Si practicas alguna disciplina de búsqueda y detección con tu perro, puede que le estés dando pistas sin darte cuenta. Y si esto ocurre, podría perjudicar gravemente el entrenamiento y la eficacia de tu perro en el futuro

Isabel Herrán | PerrosdeBusqueda© 2019

Los perros detectores son los protagonistas de la búsqueda, eso es indudable. Su olfato es la herramienta que hace posible las labores de búsqueda y detección. Pero no trabajan solos.

Su guía, la persona que va con ellos – ya sea sueltos o atraillados -, además de ser el cerebro del binomio, significa mucho para el perro. Y sin querer, podría estar dando pistas sutiles de dónde está la persona o la sustancia, estropeando gravemente el entrenamiento y la eficacia de ese perro.

No es raro ver entrenamientos de disciplinas de búsqueda y/o detección en la que los guías, sin darse cuenta, dan pistas a su perro. De hecho, es bastante común observarlo.

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O peor aún es observarlo en ejercicios de certificación operativa, cuando el guía conoce la ubicación del o de los figurantes porque lo ha visto o se lo han dicho y ayuda a su perro dirigiéndole a la zona caliente. Aunque en este último caso, de ocurrir, se aprecia claramente desde ojos expertos.

Lo cierto es que cuando ocurre, acarrea consecuencias para la/s víctima/s en el futuro, cuando las búsquedas sean reales. Sencillamente porque el perro seguirá interpretando las señales de su guía en lugar de centrarse en su olfato, en sus capacidades y en lo aprendido en el entrenamiento.

Muchos guías lo niegan porque creen no hacerlo pero lo cierto es que los perros son muy perspicaces a la hora de leer situaciones, y esto incluye leer a su guía y a su entorno. Y no olvidemos que aprenden por asociación. Sorprendería saber cuantos guías están danto pistas a su perro de forma inconsciente.

Pero veamos cuales son esas posibles pistas y cómo evitarlo. Y la buena noticia es que evitarlo es muy sencillo.

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En búsqueda de personas en grandes áreas

Aunque no vaya atraillado, el perro que busca personas por olor genérico está «conectado» al guía permanentemente durante las búsquedas. Hay que recordar que aquí no buscan a una persona específica, por tanto no siguen ningún rastro.

En este tipo de búsquedas el guía dirige al perro por la zona asignada cubriéndola por completo. Aquí, si bien es necesario que el can tenga autonomía, debe estar siempre bajo la supervisión del guía. Es un trabajo de binomio y se trata de cubrir una zona de forma controlada, para mayor eficacia y también por la seguridad del can.

Pero dirigir la búsqueda no es lo mismo que dirigir al perro a la zona caliente. Por eso, en los entrenamientos, cuando el guía conoce la ubicación del figurante escondido, podría dirigir a su perro de forma inconsciente. Por ejemplo, el perro puede darse cuenta de que, cuando el guía baja la velocidad, el figurante está cerca. Consciente o inconscientemente, el guía ralentiza la marcha cuando ve que su perro está cerca del punto caliente.

Otra situación bastante común es hablarle cuando está cerca del figurante, de una determinada forma – muy bien, mi chico, ¿dónde está?- el perro podría asociar que, cuando lo hace, es que el figurante anda cerca. O insistirle una y otra vez para que vaya a la zona. (De ocurrir algo así, es mejor acabar el ejercicio y plantearse un nuevo enfoque en el entrenamiento, porque hay algo que no estamos haciendo bien)

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Direccionando al perro en una búsqueda (Foto: PdB)

En estructuras colapsadas

En la búsqueda en estructuras colapsadas ocurre algo muy curioso. De hecho, ocurre en la mayoría de las ocasiones. Y, en este caso, no es sólo el guía, también las personas que están encima del escombro (compañeros, auxiliares…), proporcionan esta ayuda al perro sin saberlo.

En una pila de escombro durante un ejercicio de búsqueda, el guía y las personas que se encuentran por encima, suelen colocarse de forma que vean al perro y también la zona donde se oculta el figurante. Esto ocasiona que las personas, sin darse cuenta, suelen estar colocadas «enfocadas» al lugar en el que está escondido el figurante. Y este patrón lo van repitiendo en todos los entrenamientos, dejando que el perro asocie lo que no debe.

Obsérvalo en los entrenamientos o en jornadas conjuntas que hagáis con otros grupos. Fíjate cómo se colocan los que están por encima del escombro, o incluso los que están abajo o alrededor. Como queremos ver cuando el perro señalice, nos colocamos de forma que veamos ese lugar. Y eso, los perros aprenden a percibirlo y asocian ese «enfoque» a que el figurante está escondido por esa zona. ¿Alguna vez alguien está de pie, de espaldas a la ubicación del figurante escondido? Fíjate.

Es algo similar a entrenar siempre escondiendo al figurante sin tocar otros escondites y remover piedras y cascotes en otras zonas. De no hacerlo, los perros aprenden -y muy rápido- que el figurante está en la zona recién removida. Tenemos que evitar que los perros realicen ese tipo de asociaciones no deseadas.

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Cuidado con cómo nos colocamos cuando estamos en el escombro. Podríamos estar dando pistas al perro (Foto: PdB)

En búsqueda por rastro de olor de referencia o mantrailing

En esta disciplina hay una mayor probabilidad de que ocurra, ya que la conexión entre el guía y el perro es a través de la traílla y es continua.

Aquí me permito traducir un texto muy interesante, con permiso de Sandie Adams-Bruins, de la National Association for Search and Rescue y la American Mantrailing, Police & Work Dog Association en EEUU. Este artículo para mí detalla perfectamente este problema de ir dando pistas a nuestro perro buscador.

» Es bastante obvio cuando el guía, al final de la traílla, ralentiza al perro justo al llegar a un giro o al pasar un giro, y comienza a retroceder. Un perro listo (la mayoría lo son) captará esa señal y entenderá que hay una pista silenciosa de su guía que le está indicando que «allí delante termina el rastro». Y por eso, deberá elegir entre la izquierda o la derecha. Se dirige a la izquierda y sigue notando tensión en la traílla, así que hace un círculo amplio e intenta girar a la derecha. El guía afloja la tensión y comienza a seguirle. El perro lo capta: «Ahhh, ese fue el giro correcto, ¿verdad? «

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Este es un ejemplo muy obvio pero las pistas silenciosas que damos a nuestros compañeros caninos no son siempre tan obvias, ni son siempre intencionadas. De hecho, hay muy buenos guías con muy buenos perros que están dando pistas sin darse cuenta siquiera. Hay que ser muy bueno, «el mejor de los mejores», para darse cuenta por uno mismo y tomar las medidas oportunas para corregirlo.

Muchos de los perros viven con nosotros como un miembro más de la familia. Pasan horas y horas escuchando, mirando y aprendiendo cada uno de nuestros movimientos. Perciben cuando estamos enfermos, heridos, cansados, felices, etc. Están preparados de una forma increíble para «leernos».

Entienden muchos más comandos verbales que los que nosotros pensamos. Y aún muchos más en nuestro lenguaje corporal y en los olores que emitimos. Probablemente nos conocen y nos leen mejor que las personas que tenemos alrededor.

En casa tenemos dos bloodhounds de mantrailing operativos que conviven con nosotros. ¿Cuántas pistas no intencionadas estaré dándoles cuando estamos entrenando en rastros que conozco? ¿O incluso simples ciegos en los que mi auxiliar es el único que conoce el rastro? Jamás he intentado leer intencionadamente a mi auxiliar en un ejercicio de simple ciego pero, ¿podría este estar dando pistas, sin querer, a mí o al perro con su forma de caminar, su respiración, la adrenalina o cualquier otra pista no verbal?

Me temo que hay una alta probabilidad.

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Un buen amigo mío tiene un perro de restos humanos. Me comentó que había empezado a grabar sus entrenamientos. Y, al ver los vídeos, se había dado cuenta de que, cuando él o su perro se acercaban a una fuente de olor escondida, realizaba algunos movimientos muy sutiles. Cuando se producían esos movimientos, el perro comenzaba a concentrarse en esa zona. Así que, decidió hacer un experimento:

Preparó un entrenamiento sin ninguna fuente de olor escondida. Dio al perro la orden de buscar y comenzaron a cubrir lal zona como si hubiera algo. Entonces, trató de recrear aquellos mismos movimientos sutiles que se vio en el vídeo y, para su sorpresa, el perro comenzó a excitarse y actuó como si llevara un olor, incluso señalizó de forma natural.

Tras este descubrimiento, mi amigo cambió inmediatamente la forma de entrenar con su perro para mejorar la integridad de la búsqueda. Y, gracias a haber sido capaz de reconocer el fallo y hacer lo posible por corregirlo, él y su compañero canino podrían ser considerados uno de esos «mejor de los mejores» que comentaba al principio.

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Alguien dijo «la integridad es lo que haces cuando nadie mira». Bien, pues yo te aseguro que tu perro de trabajo está siempre mirando, escuchando y olfateando. Así que, cuando estés entrenando con tu perro, recuerda que siempre hay cabida para rastros «conocidos» o para escondites cuya ubicación conozcas. Por ejemplo, cuando estás aprendiendo el lenguaje de tu compañero canino o enseñándole un nuevo obstáculo o situación.

Pero la verdadera prueba para comprobar la integridad de tu equipo es hacer DOBLES CIEGOS. Que ni tú ni cualquier otra persona que vaya contigo conozca el rastro o la localización de la fuente de olor escondida. La realidad es que damos pistas de forma no intencionada. Y hay vidas que dependen de la integridad de nuestro entrenamiento.

Dicho esto, diré sólo una frase que puede molestar a muchos guías. Si has certificado a tu equipo canino de búsqueda de personas con cualquier planteamiento que no sea un rastro de doble ciego, juzgado sólo por GPS, la integridad de tu prueba está en entredicho y es muy posible que no tenga más valor que el marco o el papel en el que está impreso.

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¿Y en detección de sustancias?

Todas las situaciones planteadas en los apartados anteriores se dan, o se pueden dar, exactamente igual en cualquier disciplina de detección de sustancias.En realidad es bastante fácil que ocurra porque, como en el caso anterior, guía y perro suelen trabajar muy cerca y con correa. Especialmente cuando se trabajan ejercicios de punto a punto.

Aquí es muy común ver guías que entrenan sabiendo siempre dónde está la sustancia y que, impacientes, no esperan a que su perro resuelva. Guías que no confían en su perro y tratan de corregirle si creen que se está equivocando. O, simplemente, guías que están continuamente dando pistas a sus canes. Sea como sea, en definitiva, son guías que no están haciendo las cosas como deben y, por consiguiente, no están entrenando bien a su perro.

Y si estamos haciendo detección por deporte, allá cada uno. Pero si hablamos de disciplinas operativas, sea la que sea, tanto policiales como perros de alerta médica, biodetección… no podemos permitirnos un fallo tan colosal como este.

Por todo ello -y por muchas más razones-, es muy importante que los guías no trabajen solos. Necesitan alguien que les coloque la sustancia, que contamine otras zonas, que deje otro olor que no sea el del propio guía y ¿por qué no? que les supervise para indicarles los fallos o dónde deben corregir.

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Las disciplinas operativas requieren el máximo grado de exigencia
(Foto: PdB)

¿Pero cómo evitarlo?

Plantea ejercicios de doble ciego

Hay que trabajar ejercicios de doble ciego y en todas las disciplinas. Plantear ejercicios en los que ni el guía ni el auxiliar conocen la ubicación del figurante o de la sustancia a detectar. Y así, el trabajo recrea una situación real, donde no existirá ayuda alguna ni para el perro, ni para los humanos. Será la única forma de evitar que el guía o los auxiliares vayan dando pistas a los perros sin darse cuenta.

Ahora bien, ¡cuidado con esto! Es importante hacer ejercicios de doble ciego, claro, pero no hasta que el perro esté en una fase avanzada del entrenamiento. Y tampoco conviene abusar, porque podríamos reforzar donde no conviene y estropear el trabajo anterior. No existe una regla de cuándo utilizarlo y cuando no, eso es una cuestión que debe valorar el guía y el grupo, dependiendo del perro y del guía. No hay que olvidar que se supone que un grupo operativo está especializado y formado en estas cuestiones, si es realmente operativo, claro.

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El que busca es tu perro, no tú

Además del doble ciego y por encima de todo esto, siempre, en el trabajo con perros de búsqueda o detección, ten en cuenta dos cosas fundamentales: «Lee a tu perro» y «Confía en tu perro».

  • No intentes buscar por él, déjale pensar, resolver. Un perro no es una máquina y, aunque hayamos preparado un buen planteamiento para el entrenamiento, podría darse alguna situación que el animal deba resolver. Y, de hecho, es bueno que estas situaciones surjan para que tome iniciativa y aprenda a solucionar futuros problemas.
  • Graba tus ejercicios, admite las críticas y consejos de tus compañeros y haz autocrítica. Fíjate bien si no estás dando pistas a tu perro o a los perros de otros compañeros.

Si dejas trabajar a tu perro, si preparas los ejercicios de doble ciego cuando debes y si mantienes un grado de autocrítica capaz de reconocer cuándo ayudas a tu perro, lograrás mucho en el futuro desempeño de vuestro equipo canino. Y tendrás integridad en tu trabajo.

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