Trailing versus tracking: Las claves del éxito en el trabajo de rastro

El autor explica las técnicas de rastro, diferencias entre trailing y tracking y profundiza en el mundo del perro de rastro, el olor humano, problemas más comunes y otros conceptos referentes a esta especialidad

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Autor: Jeff Schettler
Publicado en la revista Police K9 Magazine
Traducción: María Fonseca | PerrosdeBusqueda©
* Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización

El trailing suele confundirse con tracking y ambos términos se usan indistintamente con frecuencia. El tracking se basa en la percepción visual humana de un hecho a través de una pista visible o un rastro. Creo que el término se usa de forma errónea para describir nuestra interpretación humana de unos hechos que sólo el perro puede percibir.

El tracking policial implica con más frecuencia tener al perro siguiendo sin desviarse un conjunto específico de huellas. A menudo se fuerza la nariz del perro al suelo con una correa pasando bajo sus patas hasta el cuello. Al ejercer tensión el guía, la correa tira de la cabeza del perro hacia abajo, supuestamente para mantener la nariz del perro en la zona del rastro de la huella. Mi argumento siempre ha sido: ¿Cómo sabes que el rastro se mantiene en la huella? Este artículo pretende debatir algunos de los detalles y técnicas del rastro. Espero que ofrezca un mejor entendimiento sobre cómo interactúan los perros policía con el olor humano para localizar a un individuo específico.

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La teoría del Tracking

Hay muchas versiones del tema de “tracking”, pero al final todas comparten una definición parecida: ‘La nariz del perro en la pista dejada por un humano sobre una superficie suave’. Una vez que el paradigma cambia a una superficie dura – como una calle en cualquier jungla urbana moderna -, la habilidad del perro policía para seguir las huellas ahora invisibles se borra casi por completo. Lo cual es cierto no por la habilidad inherente a la raza del perro, sino más bien por la naturaleza del entrenamiento que ha recibido el K9.

La teoría que subyace en el tracking es doble: 1) la huella que deformó el terreno es el olor que sigue el perro y 2) Las huellas son el lugar donde el olor humano se concentra en mayor medida. Es fácil de entender el sentimiento de muchos entrenadores primerizos.

Entrenaban sólo en superficies suaves en condiciones relativamente recientes, así que su percepción era real: la nariz del perro se mantenía cerca de la pista real de la persona. Como consecuencia, los programas de adestramiento fueron creados inscritos dentro de la filosofía de entrenamiento: si la nariz del perro se desviaba de la altura establecida por encima el rastro, se forzaba rápidamente a bajarla sin analizar en ningún momento el por qué de este cambio de comportamiento. Se presuponía automáticamente que el perro se había salido del rastro.

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Foto: Jeff Schettler

Muchos piensan que el perro debe ir a unos centímetros del rastro para realmente captar el olor. Yo creo que dicha percepción proviene de nuestro limitado mundo olfativo y un erróneo razonamiento. Nada más alejado de la realidad, y simples estudios han probado una y otra vez que la mayoría de los perros pueden detectar el olor desde una ubicación fija hasta un amplio rango de distancias, desde unos centímetros hasta yardas enteras y mucho más.

Considerad lo siguiente: si se ha probado que el perro es capaz de captar el olor, o bien de la deformación del terreno o de la que ha provocado el hombre, y a una distancia mayor de unos meros centímetros del rastro físico, ¿por qué razón deberíamos forzar al perro a pegar la nariz al suelo?

Ahora vamos a reflexionar sobre lo que ocurre con el olor humano al cambiar el paradigma. Avanzamos desde la esquina del reciente campo arado de una granja por un camino de gravilla cercano. Si tienes la suerte de ver el rastro desde el punto de inicio y además puedes apreciar los ligeros cambios del desplazamiento de las piedras desde el principio hasta el final, es posible que seas capaz de delimitar el rastro del individuo y la dirección del movimiento.

Ahora cambiemos el camino de grava de la granja por una carretera que trascurre al lado. El rastro desaparece y ahora es imposible pegar la nariz del perro a este. Dicho esto, el rastro en superficies duras muy pocas veces sale bien en la mitad de los perros policía, lo cual es una vergüenza.

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La teoría del Trailing

El trailing, por otro lado, simplemente es entrenar al perro a seguir un patrón de olor humano en particular esté donde esté, en el terreno o en el aire, más que a seguir un conjunto de rastros específicos. Si, por ejemplo, el perro está siguiendo un rastro de olor en un camino por el que se sabe que la persona ha pasado y percibe de repente el mismo olor en el aire proveniente de la dirección de donde se encuentra el sospechoso, el perro puede seguir el olor en el aire y desviarse del sendero, incluso si la persona no ha caminado en esa nueva dirección.

A diferencia de un perro de tracking, a un perro de trailing se le permite más libertad de movimiento. Y, lo que es más importante, una cierta dosis de autonomía. La autonomía en un perro policía normalmente se considera una contradicción. Sin embargo, es crucial entender que el olor es el mundo del perro, y hay una excelente posibilidad de que el perro tenga una mejor comprensión sobre cómo localizar la fuente que los propios humanos. Nuestro trabajo como guías es simplemente interpretar las acciones del perro y actuar en consecuencia. Eso no significa que el perro pueda ir a su aire de la manera que considere conveniente, sino que, más bien, es una relación basada en la comprensión mutua de las limitaciones y capacidades del individuo.

En mi opinión, el trailing personifica los instintos naturales del perro de detectar patrones e imita o se aproxima a lo que un cánido salvaje como un coyote o un lobo podrían hacer al perseguir una presa según el olor. Vamos a llevar esto un paso más allá añadiendo además a la ecuación la discriminación de olores. Todos y cada uno de los animales, humanos o cualquier otro, producen un olor distintivo según la especie y otros factores determinantes como enfermedades, la edad relativa, el sexo y ciertos rasgos que identifican al individuo. La cantidad de olor producido depende de varios factores principales: la condición mental, como el miedo o la ira, el esfuerzo y algunos problemas de salud. Seamos claros, algunas personas simplemente huelen más que otras para nuestros perros. Cuanto más huelan, mejor. La presencia del guía humano a la ecuación asegura que el perro de rastro mantenga ese olor particular tanto como dure.

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Foto: Jeff Schettler

La naturaleza del olor humano en el rastro

Para entender el trailing, el guía debe convertirse en estudiante de la teoría del olor en una línea que típicamente no consideramos. Cada condicionante, ambiental o humano, tiene un impacto en el olor humano y en cómo el perro lo detecta. Cada elemento debe ser considerado y evaluado no solo antes, sino también a medida que el perro trabaja. Rastrear podría resultar un tramo consistente de olor humano que va de un punto a otro, o podría ser un complejo juego de conectar confusos «puntitos» de olor en varios lugares hasta alcanzar una conclusión. La capacidad del perro para seguir el rastro depende de su entrenamiento y de rasgos físicos innatos.

El Trailing tiene en cuenta el hecho de que el olor no se queda en la «trayectoria» del sujeto a ser cazado, especialmente en superficies duras. Dependiendo de las condiciones, el olor humano de un sujeto que va caminando podría viajar fácilmente cientos de yardas o más. No tiene sentido obligar a un perro a seguir una senda de olor que simplemente podría no existir ya en el lugar donde posó originalmente.

Tomemos por caso un día extremadamente caluroso, seco y con viento en el centro de cualquier ciudad americana. Hay poca o ninguna vegetación y el calor se puede ver irradiando desde la superficie del pavimento como saliendo de la parrilla de un chef de comida rápida. El calor del pavimento refleja y destruye el olor y el olor no se quedará donde se haya posado, si es que lo hace. En cambio, las partículas de olor se dispersan por el viento, las ondas del calor y la manipulación física de cualquier obstáculo que pueda atraparlas. Obstáculos como cualquier cosa que mantenga la humedad, por ejemplo, la vegetación, atraen mucho más las partículas de olor.

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Mi teoría es que las partículas de olor -las balsas de olor, o como quieras llamarlas – tienen una tendencia hidrofílica. Es decir, se sienten atraídos por la humedad y lugares frescos que tienen un alto contenido de oxígeno. Esto es porque toda materia biológica está sujeta a las fuerzas de descomposición biológica. La materia con base de carbono, o las partículas humanas que producen el olor, están sujetas al mismo tipo aeróbico de acción bacteriana que la materia similar. A medida que la materia se degrada, su olor también lo hace. Creo que el olor cambia también, o envejece, a medida que va degradándose. Ciertos gases, como el monóxido de carbono, parecen tener a su vez un efecto negativo en el olor.

En lugares que, sin embargo, tienen poca o ninguna vegetación, el olor se acumulará en áreas que podrían evitar su desplazamiento o su destrucción. Las áreas frescas y sombreadas, como el lado norte de los edificios, conservan el olor mucho mejor que un rastro plano y abierto sobre superficie dura expuesta a la radiación solar o la manipulación humana. Un rastro de olor no es algo que pueda ser determinado a simple vista, sino que más bien, es invisible y se interpreta leyendo la reacción física de un perro ante su presencia o falta de ella respectivamente.

Ser capaz de leer al perro cuando está trabajando es una cosa, pero los guías a menudo se lían al hacerlo cuando el perro no lleva el rastro o, lo que es más importante, cuando no sigue el rastro con el que comenzó. La facilidad con la que un perro policía puede cambiar el rastro animal o humano, sin que el guía lo sepa, es absolutamente sorprendente a menos que el guía tenga una comprensión única de los cambios sutiles del comportamiento de su perro cuando salta de rastro. Los seres humanos nos orientamos de forma visual, y nuestro hábito natural es racionalizar las cosas desde ese punto de vista visual. Por lo tanto, cuando hablo de la naturaleza del olor humano, me gusta encontrar una manera de hacerlo visible, aunque solo sea por un momento y dentro de nuestra imaginación.

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Foto: Jeff Schettler

Pongamos por caso una persona de pie, sola en medio de un parque con césped sosteniendo una granada de humo roja, siendo el rojo el color que identifica a esta persona a diferencia de todos los demás. Si hay algo de viento, el humo rojo se arrastrará con el viento y se acumulará en cualquier cosa que lo pueda contener, como en un árbol si estamos en un pequeño valle, o incluso en las briznas de hierba. A medida que esta persona camine o se mueva, también lo hará el rastro de humo. Los cambios en las condiciones, como un mayor o menor viento, la lluvia, el calor o la humedad, tienen un efecto en el rastro de olor en mayor o menor medida.

Ahora vamos a poner otro humano que tiene un color diferente de la granada de humo y que camina y se entremezcla con el rastro de olor de la primera persona. Ambos olores pueden permanecer visiblemente separados, aunque será difícil de determinar una división clara. Lo complicamos aún más con otra persona y luego otra. Llegará un punto en el que sea casi imposible separar un color de otro. Los perros, entiendo, enfrentan el mismo dilema pero en un contexto diferente. En lugar de visualizar un rastro de olor, lo detectan. ¿Quién tiene el trabajo más fácil?

Me gusta tener en mente los escenarios anteriores cuando entreno a un perro nuevo para trailing. Durante las primeras sesiones de entrenamiento, la mayoría de los perros pueden diferenciar fácilmente el olor de una persona, y tal vez incluso el de dos. Sin embargo, añadiendo una vía urbana a la mezcla con miles o millones de olores desconocidos puede ser una pesadilla para cualquier perro, independientemente de lo bueno que sea el olor. Entrenar trailing se logra mejor en pequeños pasos, fáciles y con un objetivo claro en mente.

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A los perros de rastro que están verdes los expongo a cada paso de discriminación de olor, pasando de una mínima a la máxima contaminación. El entrenamiento puede durar hasta un año en completarse y se requieren técnicas especiales para garantizar la fiabilidad.

Trailing se considera a menudo sinónimo de discriminación de olor, o de la capacidad de un perro para detectar un olor humano concreto entre muchos. Hay muchas escuelas de pensamiento en cuanto a este tema. Algunas personas creen que los perros no tienen capacidad de discriminación de olor y en su lugar trabajan sobre la base del rastro más fresco del lugar.

Para poder debatir adecuadamente ese tema tendría que escribir un libro. Baste decir que creo que todos los cánidos tienen la capacidad de discriminar olor humano o animal, y eso es lo que los distingue en nuestro mundo natural como excelentes cazadores. Sin embargo, no creo que esa capacidad sea siempre precisa al cien por cien. Ciertas fuerzas en el rastro de la presa pueden confundir y distraer a un perro.

Esto es especialmente cierto cuando se requiere que un perro rastree a través de la mezcla de olores humanos en medio de un suburbio o en una calle del centro de la ciudad. El grado en que el perro trabaja es proporcional a su entrenamiento y sus características innatas o su instinto de presa.

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Foto: Jeff Schettler

El objeto de olor

La clave para discriminar el olor, o para asegurarse de que tu canino localiza y sigue el rastro deseado, depende de muchos factores. El principal es el objeto de olor que usamos para iniciar el rastro. Cualquier cosa que un humano haya tocado, mantenido o estado cerca podría ser utilizada como objeto de olor. En el caso de una escena del crimen, puede ser bastante difícil determinar qué objeto, si lo hay, no está relativamente contaminado pero es lo suficientemente bueno para usarlo como target para el perro.

El mayor problema viene cuando el personal de la investigación contamina la escena del crimen. En general, existe una pequeña oportunidad para ubicar, proteger y usar el olor de un sospechoso en nuestro favor. Preferiblemente, el guía debe ser el primero en acceder a la escena para localizar y recoger un objeto adecuado. En ausencia de este lujo, quienes proporcionan los primeros auxilios también pueden contaminar el lugar.

La mayoría de las veces todo puede estar contaminado en la escena. En ese caso es importante recordar quién estuvo presente y quién tuvo contacto con el objeto de olor. Existe un método para usar un objeto contaminado llamado el “quién falta”. Se deja al perro olfatear previamente a las personas que han estado en la escena y diferenciar entre su olor y el de la persona o personas desaparecidas. Mi experiencia con el enfoque de “quién falta” es extensa pero no concluyente aún. He descubierto que es una herramienta necesaria en una escena contaminada, pero no es del todo fiable. En cualquier caso he tenido éxito con este método y creo que se debe practicar cuando los objetos de olor están seriamente contaminados.

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El objeto de olor no siempre es necesario para el éxito de un rastro, pero es una herramienta útil que el guía siempre debe ser capaz de identificar y emplear. Los objetos de olor de tamaño pequeño a mediano deben protegerse a toda costa si van a usarse para iniciar al perro de rastro. Tengo un inventario de varios tamaños de resistentes bolsas de zip en mi coche patrulla. Las bolsas de papel no funcionan porque son demasiado permeables y cualquier objeto dentro se contamina con rapidez. Si, debido al valor de la prueba, un objeto es demasiado sensible para ser trasladado y manipulado por el guía K9, la siguiente mejor opción es extraer el olor del objeto. También tengo un suministro de esterol, gasas de 10×10 cm en el maletero de mi coche. El olor se adhiere fácilmente de la mayoría de los objetos a la gasa simplemente al ponerla sobre el objeto y dejándola reposar durante unos momentos.

Un objeto de olor no tiene que ser un objeto trasportable o que se pueda meter en una bolsa, puede estar fijo en un lugar, como un alféizar, el asiento de un coche o el pomo de una puerta. Incluso podría ser la víctima. Alguien que ha sido tocado por otra persona también puede ser un objeto de olor. Para el perro no es una forma fácil de olfatear pero puede funcionar.

Una vez que el perro de rastro se entrena en la discriminación de olores y seguir rastros individuales entre muchos, se hace cada vez más importante que el guía esté atento de la variabilidad de un objeto de olor. Si se quiere tener éxito, el olor del sujeto en el objeto del olor debe ser abrumador y el rastro del mismo debe estar dentro de la zona de inicio del perro. Una parte extremadamente grande de nuestro programa de entrenamiento final se centra estrictamente en la naturaleza del olor humano, la recolección, la preservación y la presentación [al perro].

Basta con un poco de contaminación de otros seres humanos para corromper la calidad de un objeto de olor. Uniendo el problema de la contaminación al hecho de que el contaminado sea el rastro más fresco, tenemos la base para que el objeto de olor sea un fracaso. En otras palabras, el perro puede simplemente seguir el rastro más fresco.

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Foto: Jeff Schettler

El problema con entrenar objetos de mayor olor es que muchos guías y entrenadores no tienen en cuenta la facilidad con la que el objeto de olor puede contaminarse. Además, rara vez toman contramedidas para sortear el problema o prevenirlo.

El entrenamiento del objeto de olor y de la discriminación de olores son la parte más importante de la continuidad del rastro, pero la mayoría de las veces son las que menos atención reciben. La razón de esto es la creencia errónea de que si simplemente le muestras al perro un objeto de olor con el olor de una persona, él ya sabe lo que hay que hacer. En la mayoría de los casos el objeto carece de sentido cuando existe un rastro fresco.

La respuesta natural del cánido parece ser seguir siempre el rastro más reciente o el más intenso. Un buen entrenamiento del objeto de olor requiere que el entrenador anule la respuesta natural del cánido ante los estímulos olfativos más recientes y que haga algo contrario al instinto. Un buen entrenamiento en discriminación es un paso importante para asegurar que el perro pueda seguir un olor entre muchos, basándose en la presentación del olor por parte del guía. Eso no sucede de forma fácil o rápida. Además, algunos perros no pueden ser entrenados para «sacarlos» del síndrome de rastro reciente o caliente. Están tan enfocados hacia la satisfacción inmediata que la selección de olores específicos y su seguimiento les resultan literalmente imposibles.

La segunda parte de un buen entrenamiento en discriminación del olor es entrenar la distinción visual y sonora. El perro de rastro debe ser capaz de trabajar a través de los tres factores de distracción con relativa facilidad y el guía debe ser capaz de leer los cambios sutiles, o no tan sutiles, del lenguaje corporal del perro al encontrarlos. El k9 de rastro debe estar expuesto a todos los aspectos posibles de distracción humana y animal en escenarios estructurados donde el guía tiene la oportunidad de leer la respuesta conductual e incorporar medidas adecuadas para garantizar que el K9 permanezca en el rastro con el que comenzó originalmente. El problema es que la mayoría de los perros pueden cambiar a otro rastro humano o animal y un guía no muy experimentado tiene dificultad para detectar ese cambio. Por lo que sigue feliz al perro hasta que el nuevo rastro se reduce o encuentra lo que le distrajo.

El equipamiento

La calidad y naturaleza del equipamiento utilizado por el guía son fundamentales. Especialmente si el binomio K9 son expertos en rastro. Invariablemente, cuando esto ocurre, los avisos para el servicio se vuelven más numerosas y los tipos de rastro más extremos, especialmente con respecto a la distancia. Puedo recordar muchos rastros de 16 km de largo que no solo me han puesto a prueba físicamente, sino que terminaban siendo una ruina para el equipamiento. Pronto cambié a artículos más fuertes y duraderos. También es importante la facilidad de uso. Si tenía problemas para ponerle algo a mi perro en la oscuridad, no lo usaba.

Las dos piezas más cruciales del equipamiento K9 para un perro de rastro son correa larga [traílla] y arnés. Un perro de rastro debe llevar arnés y nunca correr únicamente con collar. La intensidad y duración del trabajo ejerce demasiada tensión en el cuello del perro y le ocasiona problemas de salud.

La traílla

Prefiero traíllas de 5 a 10 metros, que muchos guías consideran demasiado largas para poder manejarlas. Mi razonamiento es que cualquier perro de patrulla con un fuerte instinto tiene tendencia a trabajar a un ritmo rápido cuando se le permite rastrear [trail] en lugar de seguir las pisadas [track]. Si al perro no se le ofrece suficiente libertad para moverse, el peso del guía se convierte en una distracción y un lastre, aumentando así la probabilidad de perder el rastro, especialmente en un entorno urbano. Una traílla de 10 metros permite al perro más libertad en grandes áreas abiertas, pero se puede recoger y hacerla más corta si nos preocupa la seguridad del perro. Es una simple cuestión de enrollar y desenrollar. La mayoría de los guías no practican lo suficiente con traílla para sentirse cómodos: las claves del éxito son el manejo de traílla y mucha práctica.

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El arnés

Después de experimentar mucho en rastros con mis grandes Bloudhounds, me hice con un arnés de cuero bastante grande, estilo caballo de tiro, que parecía aparatoso pero resultó ser increíblemente cómodo para mi perro y fácil de poner. La almohadilla del pecho estaba hecha de cuero de doble espesor de unos 350 gramos, muy ancha pero suave, ya que expandía la tensión sobre una gran área de superficie del pecho de mi perro, reduciendo así la fatiga y la abrasión de la piel. Atado al arnés llevaba una traílla de cuero de 10 metros hecha de un rollo de piel de vaca de 400 a 450 gramos. Ese tipo de cuero es raro y muy solicitado. Es poderosamente fuerte y resistente pero le da al guía una buena conexión con el perro. No se hace nudos fácilmente y, lo que es más importante, no quema la mano si se suelta la sujección y corre libre por la mano, en caso de que el perro decida ir a toda velocidad.

Muchas personas podrían cuestionar la necesidad de esa resistencia y gastos cuando se trata del equipamiento de trailing para el perro, pero he descubierto que lo barato sale caro. El desarrollo de los entrenamientos puede ser desde unos pocos metros hasta muchos kilómetros, por lo que un buen equipo diseñado para el perro de rastro es una necesidad. Cuando se trata de un trabajo de vida o muerte de un perro policía, ningún gasto es demasiado grande.

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Para mi equipo personal pronto aprendí que cuanto más ligero, mejor. Si anticipaba que el sendero iba a ser largo y difícil, llevaba muy poco. En el maletero de mi coche patrulla siempre guardaba un cinturón básico que contenía mi arma, un cargador extra y una cantimplora. Cambiaría ese equipo por mi cinturón de cuero Sam Brown que siempre he usado de patrulla. Más tarde, cambié a una mochila tipo Camelbak para el agua. Las botas siempre eran importantes, tenía que ser capaz de recorrer con ellas durante largas distancias y no sentir dolor en los pies. Rápidamente aprendí que la apariencia no importaba nada y que solo tenía que mirar por mi propia comodidad. Si me sintiese cansado o dolorido al poco tiempo de comenzar a rastrear, mi capacidad de leer al perro se vería comprometida.

No hace falta decir que los uniformes de lana tradicionales son horribles para correr. Los materiales de poliéster y algodón son mucho más cómodos. Por supuesto, lo que un oficial lleva en el campo va según el gusto personal, además de lo estipulado por su agencia.

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Foto: Jeff Schettler

Los primeros en la escena

La mejor situación para un equipo de rastro es ser el primero en pisar la escena. Si el guía tiene el lujo de llegar de inmediato, tendrá oportunidad de escanear rápidamente la escena y determinar todos los factores que afectarán al perro de manera positiva o negativa. Toma nota de cómo el entorno podría distraer al perro del trabajo. Si, por ejemplo, los perros del vecindario están armando jaleo y podrían representar una distracción en caso de que el rastro pase justo al lado, mira a ver si hay alguna posibilidad de que los metan en casa un rato. O si los oficiales ya están peinando el vecindario, intenta que lo retrasen un poco o incluso que lo suspendan momentáneamente mientras empiezas a seguir el rastro con tu perro. Si el perro da con el olor y encuentra un rastro, la investigación se dispararía de nuevo. No hay nada mejor que un buen perro de rastro, que discrimine olores, para ayudar a encontrar pruebas. Y la alteración de las pruebas ya presentes es mínima con un guía hábil.

A veces, un oficial investigador bien intencionado tocará o contaminará sin darse cuenta el objeto de olor y llevará su olor fuera de la zona. Si el oficial representa el olor más reciente en el objeto y ha dejado el rastro más fresco fuera de la zona, el perro seguirá al oficial. Esto me ha pasado algunas veces.

Si no tienes la suerte de estar en la escena inmediatamente, pregunta a quien esté al cargo quienes han estado allí y se han ido, dónde han estado y, si es posible, qué estuvieron haciendo. Mejor aún, si todo el mundo sigue presente, deja que tu perro olfatee a todas las personas antes de comenzar el rastro. No es difícil y se puede hacer en cuestión de segundos.

Cuando llego a la escena, obtengo rápidamente la historia general sobre cómo se desarrolló el crimen sin entrar en muchos detalles .Me gusta conocer la dirección del desplazamiento y ciertas declaraciones de los testigos, siempre y cuando sean correctas.

Contrariamente a la creencia popular, los testigos mienten, a menudo para satisfacer su propio ego o simplemente para causar impresión a la policía. Tomo todas las declaraciones de testigos con pinzas y leo el comportamiento de mi perro en busca de señales del verdadero rastro de partida. Una vez que conozco la situación general, elijo el mejor objeto de olor, lo recojo si es posible, lo meto en la bolsa, lo etiqueto y lo mantengo protegido. Si alguien tocó el objeto, trato de asegurarme de que estén presentes cuando activo al perro. De esa manera tengo más posibilidades de encontrar el rastro del sospechoso.

Lo último que suelo hacer es darle un momento al perro y dejar que inspeccione el área por sí mismo. Es un buen momento para vaciar la vejiga y le permite rastrear la zona, fuera de la escena. Trato de hacer un circuito completo alrededor de la escena con mi perro con una correa corta cogida del collar. Luego le paseo por todas y cada una de las personas que aún están allí. Esto puede llevar poco tiempo y con el perro moviéndose rápidamente.

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Hay que observar muy bien al perro durante este proceso porque, dependiendo de la naturaleza del crimen y de la carga emocional que tenga, el sospechoso puede haber dejado un rastro que destaca por encima de los demás. Podemos estar caminando y de repente el perro dar un pequeño giro de cabeza rápido en una dirección en particular. Tomo nota de esta reacción, pero no hago nada. Aún no estamos trabajando y el rastro no ha comenzado. El giro de la cabeza podría indicar la dirección del movimiento del sospechoso o podría indicar que mi perro ha visto a su mejor colega policía. Toma nota pero no reacciones.

Elegir el punto de partida para que el perro comience a olfatear puede ser complicado. Muchas personas creen que el mejor lugar es directamente donde se sabe que estuvo el sospechoso por última vez. Eso no siempre puede ser fácil para el perro desde una perspectiva física u olfativa. La situación del olor a menudo es la peor situación. Si el punto donde fue visto por última vez (UPA o PLS en inglés) es la casa del sospechoso o un lugar que frecuenta, las grandes cantidades el olor del sospechoso pueden saturar el área, creando una enorme piscina de olores con muchos puntos de salida con diferentes grados de edad. Eso puede confundir incluso al mejor perro de rastro.

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El punto en común para un perro que no puede dar con la salida de una piscina de olor grande o distractora es su programa de entrenamiento previo. Los guías a menudo trabajan a sus perros en áreas relativamente «limpias», o en las mismas áreas una y otra vez. Rara vez se configuran escenarios de olor imitando escenas de un crimen real. Una vez que mi perro de rastro es competente en las habilidades básicas de su oficio, todo nuestro entrenamiento futuro se realiza con la contaminación del olor y las distracciones en mente.

Cuando doy con una escena en la que mi perro tiene problemas para dar con la salida y no es por culpa del objeto de olor, debo considerar dos posibilidades principales. Primero, la persona que estoy buscando, para empezar, puede no haber estado allí. O segundo, el rastro de olor está demasiado camuflado o contaminado y es hora de trabajar el perímetro. Uso una vieja técnica de rastreo visual para ayudar a localizar un nuevo rastro cuando los antiguos se agotan. Trabajo a mi perro en círculos concéntricos prescritos desde el punto de partida. La distancia para cada círculo variará con el terreno y las condiciones; sin embargo, me gusta mantenerlo en tramos de 5 a 10 metros. Repito los círculos hasta que mi perro coge el rastro o claramente no encuentra nada y es hora de parar. Si presionas a un perro el tiempo suficiente, es probable que elija un rastro solo para satisfacerte. Ese tipo de trabajo no puede esperarse de un perro que nunca ha estado expuesto a él. Como cada tarea, el perro debe ser entrenado para esto. Empiezo con un rastro accesible para el perro en el primer circuito y, una vez lo domina, aumento el tamaño del circuito o añado otro.

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Foto: Jeff Schettler

Leer al perro de rastro

El mayor desafío para la mayoría de guías es leer a su perro correctamente. Especialmente cuando el rastro es real. Es esencial contar con la ayuda de un auxiliar en cada caso real que trabajes. El auxiliar sirve como un par extra de ojos y oídos para el guía y está pendiente de los obstáculos, los peligros y las distracciones. Eso permite que el guía se concentre en observar a su perro sin distracciones. Todo perro de trailing exhibe comportamientos específicos cuando entra en rastro. Sin embargo, cada perro es diferente. Es un error pensar que una posición particular de la cola o de la cabeza es la misma para todos. Cuando el perro de rastro olfatea activamente a su presa, su cuerpo reacciona según su instinto y las características físicas propias de la raza.

Dependiendo de la capacidad del animal para detectar el olor, la cabeza puede estar en alto o más baja hacia el suelo. Las condiciones ambientales también juegan su papel; sin embargo, un perro de nariz fría (olor débil) a menudo mantendrá un nivel de cabeza más alto del suelo que sus iguales. Cuando estoy mirando la cabeza de un perro de rastro me parece prudente mirar también la posición las orejas. ¿Están erguidas hacia adelante, hacia atrás a cada lado del cráneo o ampliamente extendidas? Incluso los perros de orejas caídas como sabuesos, labradores y otras razas de caza exhibirán diferencias distintas en las orejas. Aunque no es tan evidente en estas razas como en las de orejas erguidas.

Al supervisar la posición de la cabeza los guías a menudo no interpretan el conjunto de la boca del perro. ¿Cómo de abierta está y qué hace con la lengua? Normalmente, la boca del perro estará parcialmente abierta o completamente cerrada lo que le permite utilizar mejor su nariz y captar el olor.

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Que yo haya notado, no hay absolutamente ninguna posición de la cola establecida en rastro. Por lo general, se mantiene hacia fuera y hacia arriba pero muchos perros la llevan inclinada, balanceada hacia un lado o la menean incesantemente. Lo más importante que debemos recordar es el conjunto de la cola del perro cuando está siguiendo activamente a su presa. Esa posición se mantendrá relativamente constante a menos que haya una lesión o algún otro problema.

El último movimiento del cuerpo a considerar es cómo se mueve el perro a lo largo del rastro de olor. Algunos perros tienden a moverse dentro y fuera del rastro. He notado que los malinois tienen esta tendencia mucho más que cualquier otra raza. Parece que tiene que ver con la velocidad y una impaciencia general por dar con la presa.

Un guía hábil catalogará todas estas señales sutiles del lenguaje corporal en su memoria para usarlo en el futuro. Si la cabeza, la cola y el lenguaje corporal del perro permanecen constantes, podemos suponer que el perro está rastreando de forma activa. Cualquier cambio de una o de todas estas señales indica una interrupción en el rastro de olor.

Pocos perros se detendrán inmediatamente al haber un cambio de olor; al contrario, por lo general siguen moviéndose en la dirección original. A medida que el cono de olor se disipa, el perro a menudo se detiene o comienza a cuartear en un intento de reubicar el olor. El problema con esto es la longitud y la anchura del cono del olor. En algunos casos, el olor humano puede haberse expandido a lo largo de cientos de metros más allá del rastro original o quizá al haber hecho un giro. Especialmente en superficies amplias y duras, como parkings y las calles anchas de una ciudad. Si el guía no logra captar el cambio sutil en el lenguaje corporal del perro a medida que el rastro se ha sobrepasado o se pasa el giro, el perro podría alejarse tanto del rastro real que podría no encontrarlo después. Sin embargo, si el guía capta esas señales a medida que se manifiestan, estará mucho mejor preparado para reubicar el rastro y mandar al perro.

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Foto: Jeff Schettler
Leer las distracciones

El mayor problema que he notado en la mayoría de los equipos de perros de rastro es la incapacidad del guía para leer el comportamiento de distracción. Esta conducta es cualquier comportamiento del perro que difiera del comportamiento de rastro o del lenguaje corporal en el mismo. Es provocado por un olor o un sonido. El olor, de lejos, es el más difícil de controlar porque la mayoría de los guías confunden el comportamiento de una distracción por olor con el que lleva en rastro. En otras palabras, la mayoría de los guías no pueden distinguir cuándo sus perros están siguiendo a un humano o a otro perro. Puede comenzar siguiendo a la persona pero a menudo, incluso el mejor perro de rastro ‘salta’ a algo más interesante, como otro perro o un rastro humano más caliente.

La mayoría de los guías son ajenos a los olores sutiles que distraen a sus perros e incluso cuando reconocen el comportamiento de distracción, a menudo tienen miedo de corregir el problema porque no están seguros de la distracción y la calidad del rastro original. Es importante que cada perro de rastro en activo tenga un entrenamiento con distracciones en el que estas sean variadas y conocidas. He establecido un programa de entrenamiento de distracciones con todos mis perros que permite identificar con facilidad la distracción para que el guía pueda corregirla fácilmente.

Tendencia a seguir el rastro más reciente

El segundo mayor problema con la lectura del perro de rastro es la propensión de los perros a seguir el rastro más reciente o cercano, a pesar de tener un objeto de olor. La mayoría de los guías, incluido yo, seguiríamos a un perro concentrado en un olor si nos basamos en su lectura. ¿Qué sucede cuando tienes varios rastros con un solo punto de origen y todos varían en antigüedad? Si el perro no ha sido entrenado para este supuesto invariablemente siempre seguirá el rastro más reciente. Eso ha dado a muchos policías la falsa creencia de que los perros no discriminan el olor humano y ha llevado a que se refuercen los métodos de entrenamiento en superficies blandas y en rastro de olor reciente.

Un programa de entrenamiento que funciona bastante bien para contrarrestar ese problema se llama entrenamiento de rastros divididos. Ahí es donde se colocan dos rastros uno al lado del otro y los sujetos se dividen al final. La segunda fase de este entrenamiento es dividir el camino al inicio. El perro se ve obligado a encontrar a la persona correcta en función del olor original que se le presentó al comienzo del rastro. Este entrenamiento suele ser bastante exitoso y fácil de hacer.

Superación de obstáculos

Los desafíos destacados en este artículo son solo algunos de los innumerables problemas que enfrenta un equipo de rastro. El rastro es, con creces, la disciplina con perros más difícil para todos los que la practican. La facilidad con la que los perros pierden el rastro o siguen una distracción lo deja claro. Es un hecho que, a no ser que sean muy frescos, se fracasa en la mayoría de las pistas y rastros en entorno urbano. Y es una pena porque un buen perro de rastro normalmente es capaz de superar obstáculos con un entrenamiento inteligente y progresivo.

El rastro es algo casi tan antiguo como el uso de la nariz canina por parte del hombre. Los perros discriminan por olor, pueden seguir rastros de olor que de muchas horas de antigüedad y pueden gestionar la mayoría de junglas urbanas siempre y cuando hayan tenido el entrenamiento correcto para hacerlo. De vez en cuando llega un perro, desafía todo el entrenamiento y “recién salido del huevo”, ya es un maestro del rastro. Sin embargo, perros así escasean. Tanto los perros como sus guías funcionan mejor a través de la memoria motriz. Trabajamos como entrenamos. Si nuestra formación es deficiente, nuestro trabajo también lo será.

EL AUTOR

Jeff Schettler  está considerado como uno de los mayores expertos en tracking/trailing. Es guía canino policial retirado. Trabajó en la ciudad de Alameda y en el condado de Amador en California (EEUU), estuvo vinculado al FBI’s Hostage Rescue Teams’ K9 Assistance Program durante dos años. Este programa estaba diseñado para localizar y detener fugitivos de alto riesgo cuando escapaban. Ha trabajado cientos de casos en EEUU y es un especialista en áreas de aplicaciones de rastro (tracking) táctico. Schettler es un entrenador militar certificado, graduado en la prestigiosa US Army’s Leadership Academy, también conocida como Drill Sergeant School. Es autor de cuatro libros sobre Rastro con Perros y trabaja para diferentes revistas especializadas.

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