Perros para detectar una peligrosa bacteria en hospitales

​Las infecciones por la peligrosa bacteria Clostridioides difficile causan estragos en los hospitales de todo el mundo. Detectarla ayuda a minimizar sus efectos

Angus y su guía (Foto: Dan Toulgoet)

El Hospital General de Vancouver en Canadá lleva trabajando desde 2016 en un interesante proyecto con un protagonista especial de cuatro patas. Se trata de Angus, un springer spaniel entrenado para detectar una peligrosa bacteria llamada Clostridioides difficile.

Esta bacteria puede persistir en el medio ambiente durante largos períodos de tiempo, resistiendo limpiezas con desinfectantes y otros procedimientos de desinfección, habituales en los hospitales. En general su efecto provoca casos leves de diarrea pero en ocasiones pueden llegar a ser mortales. Por eso, en el hospital general de Vancouver decidieron hacer algo para tratar de frenar su avance.

El proyecto y los protagonistas

La idea de perros entrenados surgió de una forma muy particular. Su entrenadora, Teresa Zurberg, había trabajado durante años con perros detectores de bombas y narcóticos. Además, conoció el peligro que puede suponer esta bacteria.

En 2013 ella misma contrajo una infección por C.difficile, tras haber recibido tratamiento en el hospital por una herida en la pierna. El tratamiento consistía en altas dosis de antibióticos intravenosos, lo que pudo favorecer el contagio. Llegó a perder casi 9 kilos en una semana y aún hoy sufre sus efectos duraderos.

En aquellos años, el marido de Zurberg trabajaba en el Hospital General de Vancouver y cayó en sus manos un artículo en el que hablaban de un hospital holandés que tenía un perro entrenado para detectar C. difficile. Decidieron hacer lo mismo allí y presentaron el proyecto al hospital.

El proyecto fue aprobado en 2016 y desde entonces, una vez al mes, Angus y otro can llamado Dodger trabajan en las diferentes zonas del hospital, en busca del patógeno.

peligrosa bacteria

Cómo detectan la bacteria

Cuando un paciente se ve afectado por la bacteria puede liberar en sus heces un olor particular. Por eso, lo primero es someter a los perros a una evaluación de control que mide su eficacia a la hora de detectar la bacteria. En la prueba se le presenta al perro una almohadilla impregnada con muestras o cultivos fecales de pacientes que dieron positivo en C.difficile y otras almohadillas con muestras negativas.

Para señalizar que ha detectado su objetivo, los perros realizan una señalización similar a la de los perros detectores de drogas o explosivos. Se tumban justo delante del lugar en el que se encuentra la muestra con la bacteria. Una vez se ha identificado el lugar, el germen podrá ser eliminado con ayuda de luz ultravioleta, evitando así su propagación y la contaminación de los pacientes.

Gracias al trabajo de Angus y Dodger, en el Hospital General de Vancouver saben dónde se esconde la peligrosa bacteria y cómo se propaga. De hecho, descubrieron que el patógeno no se halla sólo en las habitaciones sino que se propaga a través de los trabajadores, de sus carros, los equipos de moniorización, los casilleros… Incluso en salas de espera y aseos públicos.

Se estima que desde que comenzó el programa en 2016, los casos de C.difficile se han reducido casi a la mitad. Aunque este dato aún no puede ser achacado plenamente al trabajo de los perros porque además de su labor, se han mejorado mucho las pautas de higiene, limpieza de manos y el uso de guantes.

Lo cierto es que la mejora de las prácticas generales para la prevención de infecciones y el trabajo de estos perros, ayudará a reducir los casos de infecciones por C.difficile. Y hay que seguir avanzando. Aunque la lucha está lejos de acabar, ya que la bacteria también avanza.

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